- ¿Por qué me da usted el tapón? Yo no hago colección...
- Perdón, señor/a Hedoné- le responde el sumiller-, si me lo permite usted voy a aclarárselo. El estado del corcho es un indicador fiable del estado y calidad del vino.
-¿Ah, sí? ¿Y por qué?
- Un corcho largo y de buena calidad refleja la seriedad de una bodega.
- Entonces, si el corcho es corto es que el vino es malo...
- No necesariamente, señor Hedoné. Puede tratarse de un vino joven, que, se supone, no va a ser guardado más de un par de años en botella. Por el contrario, debería resultar harto sospecha una botella de gran reserva con un tapón canijo y malo.
- Éste que me da usted tiene buena pinta, ¿verdad?
- En efecto. Es largo, como corresponde a la categoría del vino. Pero, sobre todo, es de un corcho de inmejorable calidad, duro y elástico... Además, como puede usted comprobarlo, huele bien, es decir, sólo huele a vino de manera franca, y no a moho o suciedad. Es liso, sin accidentes, de poro finísimo, revelador de lo bien que ha conservado el vino.
- ¡Qué barbaridad! ¡Cuántas cosas se pueden saber a partir de un simple tapón!
- ¡Muchas gracias, señor Hedoné! - Y, sonriendo con simpática picardía, añade el sumiller-: Y fíjese usted que el año grabado sobre él corresponde a la añada del vino impresa en la etiqueta.
- Bueno..., parece lo lógico, ¿no?
- Ahora, si me lo permite usted, voy a enseñarle un pequeño truco para saber si vale o no la pena invertir en comprar muchas botellas de un vino al que ciertos medios de comunicación ensalzan como el de la cosecha del siglo. Mire usted.
El sumiller coge el corcho y lo parte en dos trozos, y los escruta. Usted, intrigado, le pregunta:
- ¿Por qué lo parte usted?
- Porque las añadas excepcionales de verdad suelen venir protegidas por corchos de gran calidad. Pero se dan otras cosechas, mitificadas a la ligera o por oscuros intereses comerciales, que se revelan muy inferiores a lo cantado gracias a la simple comprobación de la calidad del corcho. Puede darse el caso de un gran vino con un tapón discreto, pero no se suelen encontrar malos vinos con excelentes tapones.
- ¡A partir de ahora me dedicaré a romper todos los corchos de las botellas que me beba! ¡Muchísimas gracias!
- ¡A usted, señor Hedoné!
Texto extraído del libro Como quiero que me sirvan el vino de Arturo Pardos.
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