lunes, 18 de febrero de 2013

Pecados en Logroño

El pasado sábado 16 de febrero se celebró en la tienda Dodo de Logroño una cata de la mano del enólogo Luis Palacios que nos presento la colección de vinos 7 pecados.
Se trata de un proyecto innovador en el que cada botella cuenta su historia. Vinos elaborados con Tempranillo y Graciano variedad a la que se trata de dar más renombre con este proyecto. Es original sin duda la forma de presentación del proyecto por el cual ha recibido el primer Premio Internacional de Packaging en la categoría de Vino y Champagne The Dieline Awards 2011 en Chicago.



Cada botella representa en su diseño cada uno de los pecados capitales y en su estructura, aroma y sabor también se ve reflejada esta idea. Para hacernos una idea podemos encontrar estas descripciones de cada botella en la página de los vinos:

La Pereza como recién salida de un cementerio de botellas en el que hubiera estado durmiendo por tiempo indefinido, llena de polvo y con el texto inclinado porque le gusta estar tumbada. En otra botella encontramos un ataque de Ira en forma de etiqueta quemada... no lo pudimos evitar. La Soberbia, siempre por encima de los demás, destacando, en este caso, con cristales de Swarovski. La Gula no aguantó ni el tenedor que la abraza, dejándolo completamente inservible después de tanto uso y abuso y por último, para conseguir que aguante más tiempo sin que nadie la toque una cerradura guardando la Avaricia.

Pero dejémonos de tecnicismos y vayamos a lo que nos interesa, la cata. No escribiría esta entrada para el blog de no ser porque la cata me pareció realmente especial y no solo por los vinos. El ambiente que se respiraba era muy amigable y la gente estaba allí para divertirse y aprender.


Como presentación de cada uno de los vinos el maestro de ceremonias Luis Palacios acompañaba la sesión con música que iba desde la más rockera (The Stooges o Led Zeppelin) a canciones más country según las impresiones que el vino le daba. Ni rastro de escupideras ni ningún sitio dónde deshacerse del vino con lo cual el ambiente cada vez se iba animando más. La música sonaba cada vez más fuerte y se veían mofletes y orejas rojas por doquier.



Se trataba de una cata para todos los gustos y nada técnica ni aburrida. Al fin y al cabo esta es la forma de acercar el vino a toda la gente, sin que nadie tenga miedo a dar una mala opinión o a no saber que aromas nos da el vino. Una fiesta, se trataba de una fiesta y es que el vino trata de eso, de divertirse, de festejar y pasarlo bien.

Por si no era poco tras la cata que duró aproximadamente una hora hubo un concierto de la banda Orquesta Triste Diablo que amenizó el resto de la noche.


En definitiva, un muy buen plan para un sábado a la noche para compartir con amigos y disfrutar de la música y el vino. Seguro que a más de uno no le importó pecar esa noche.

Os paso el enlace de la página de los vinos 7 pecados para que le echéis una ojeada:


Salud ¡


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